El 25,5% de la población, 11.666.827 personas, vivía en España en 2010 en situación de pobreza o en riesgo de pobreza, según los datos de la Red Europea de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social (EAPN). Este colectivo excluido socialmente aumentó de forma absolutamente preocupante en un millón de personas entre 2009 y 2010.
Entre todos debemos afrontar esta situación con actuaciones a dos niveles:
En primer lugar un plan de choque que permita cubrir las necesidades básicas: comida, abrigo, vivienda, salud, etc. En esta línea se encuentra la respuesta ciudadana de multitud de personas y entidades de todo tipo que ayudan muy generosamente. Pensemos por ejemplo en el éxito de la campaña del Gran Recapte, o la recogida de comida para Navidad de muchas parroquias e instituciones, etc. Esto quiere decir que la gente se da cuenta que la situación es la que es, y colabora en la medida de sus posibilidades.
Pero al mismo tiempo hay que hacer acciones que permitan a cada persona desarrollar sus capacidades y recursos personales para salir de esta situación de exclusión. Es aquello de enseñar a pescar y no contentarse con darle un pescado para comer. Y eso pasa necesariamente por el éxito escolar y la inserción laboral.
Por ello es fundamental el trabajo de muchas entidades dedicadas al apoyo socioeducativo de los jóvenes y de las familias en su proceso de crecimiento en un contexto de exclusión social, de manera que se consiga la promoción de cada persona.
La solidaridad se construye con realidades.
Si faltan medios económicos, es necesaria la ayuda material, institucional y particular. Si falta cariño y amor, en el sufrimiento, la triste soledad o la fría indiferencia, es imprescindible una relación personal para poder ofrecer cariño, comprensión, disculpa, acogida, consuelo, ayuda ...
Estos dos aspectos no deberían separarse. Por eso es tan necesaria, eficaz, cercana y humana la implicación del voluntariado.
Todos tenemos que ayudar, en la medida de nuestras posibilidades. Todos podemos hacer algo por los demás. Porque si tú tienes una necesidad y yo te puedo ayudar y no lo hago, el problema no es que tú te quedas con esta necesidad, el problema es que yo me estoy volviendo un egoísta. Y con egoístas de ninguna manera podremos lograr una sociedad cohesionada.
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