Cuando el día 5 de octubre de 2002 cogí el avión para desplazarme hacia Roma para asistir a la canonización de San Josemaría, acompañada de José Masabeu, Pep, poco pensaba que él, después de 8 años me pediría que prologara su libro La República del Raval.

En esa etapa yo era la directora de Cáritas Barcelona y él estaba metido de lleno en las obras de un local en el centro del barrio del Raval para continuar llevando a cabo un proyecto llamado Braval. Un proyecto de solidaridad con el objetivo principal de promover la cohesión social, luchar contra la marginación, prevenir la exclusión social de la juventud y facilitar la incorporación de la población inmigrante en nuestra sociedad. Es, como bien dice Pep, un escalón más en el conjunto de iniciativas de solidaridad que se promueven en el Raval de Barcelona alrededor de la iglesia de Montalegre.

Durante esos pocos días de estancia en Roma, hablamos mucho sobre la cohesión social. Era el momento más álgido de la inmigración. Cientos de personas llegaban sin papeles y llenaban las entidades que se dedicaban a atender a personas con carencias sociales. Desde que pusimos en común nuestras ideas sobre el tema coincidimos en los planteamientos. Aquellos días, además de ser un cierto retiro espiritual, aprendí mucho de Pep, ya que es un pedagogo excepcional.

Unos meses antes, el día 5 de junio de 2002, se había hecho la presentación pública del nuevo local y de las actividades de Braval. El acto fue presidido por el Presidente de la Generalidad de Cataluña, Jordi Pujol, y bendijo el local el cardenal Ricard Maria Carles. Pep me había invitado. Fue un momento muy emotivo. Recuerdo que faltaban pocos minutos para que llegaran las autoridades y, como el local estaba en obras, todos ayudaban para que quedara lo más ordenado posible. Los padres y madres, los niños y niñas, el voluntariado, los vecinos y vecinas, las entidades, todos poniendo su grano de arena para que la inauguración saliera bien. Era una ciudadanía global: había personas de todas las razas y religiones. Incluso las madres participantes dieron una nota de color con su diversidad culinaria. Todos llevaban lo mejor que tenía en su casa. ¡Qué gran lección para muchos de nosotros!

Las conversaciones con Pep han ido haciendo camino. Él ha sabido generar una comunidad acogedora donde se producen relaciones de proximidad y donde todos se pueden integrar. Ha sabido crear mecanismos que faciliten la participación, el respeto cultural o la mediación desde la vertiente comunitaria. Y todo ello ha contribuido a crear un ambiente que, conjuntamente con el éxito escolar y la inserción laboral, hacen posible el ascensor social.

En 2005, cuando me jubilé, Pep me hizo la propuesta de formar parte del comité organizador de unas Conversaciones sobre Inmigración en Braval. Mi respuesta fue positiva. Empezamos a poner manos a la obra pensando cómo lo haríamos.

La conversación tiene lugar en el transcurso de una comida en el mismo local de Braval. Ahora ya hace cinco años que se hacen y llevamos 41 encuentros, en las que han pasado 190 personas. Se trata de personas expertas relacionadas con este ámbito procedentes de diversos sectores culturales, profesionales, ideológicos ... Se hacen una vez al mes. Creo que todos los que hemos asistido hemos salido enriquecidos personalmente. Espero con gran ilusión el día del mes que toca la conversación.

Braval se ha convertido en un centro de reflexión muy interesante, por lo que este libro no es fruto sólo de una reflexión teórica, sino la suma de experiencias de muchas personas que viven, trabajan y están implicadas de una manera personal con inmigrantes.

De estas conversaciones se ha obtenido mucha información, una riada de datos, que Pep ha sabido relacionar y utilizar en el día a día de su trabajo, y también para la redacción del libro. Nos ofrece los parámetros globales desde los que considera que hay que afrontar el fenómeno de la inmigración.