La diversidad de participantes ha abierto un amplio debate, con aportaciones muy valiosas, que ha hecho que el tiempo se pasara en un santiamén.
Constatamos la dificultad para dar a conocer a la opinión pública las muchas experiencias positivas que se realizan en tantos lugares, y que contribuyen a la cohesión social. Desgraciadamente, aún "son noticia" a nivel mediático los hechos negativos, y se destacan poco los positivos, que son mucho más numerosos.
Afortunadamente, cada vez más hay una mayor coordinación entre las entidades, las administraciones y los otros actores, que conllevan una solución más rápida y eficaz de los problemas que generan las migraciones, y favorecen el clima de convivencia en la ciudad, con particular énfasis en los barrios donde la inmigración es mayor.
En las entidades consolidadas se va produciendo una mayor interrelación entre los autóctonos y los recién llegados, así como entre personas de edades muy distanciadas (jóvenes con abuelos, por ejemplo), que establecen unos lazos personales muy gratificantes, tanto para unos como para otros. Y esto ocurre con el voluntariado: antiguos participantes receptores de ayuda, ahora hacen de voluntarios. Se ha conseguido transmitir la generosidad.
A nivel estructural, aún no se ha resuelto la excesiva concentración de inmigrantes en algunas escuelas. Es fundamental conseguir la normal relación de jóvenes procedentes de diversos países, tanto evitando la formación de grupos del mismo país en las aulas escolares, como favoreciendo la "mezcla" en el tiempo de ocio. En este sentido es muy positiva la experiencia de los equipos deportivos multiétnicos, las obras de teatro, los grupos de baile, los grupos musicales, los castellers, etc. Todo aquello que implique un proyecto colectivo.