Hasta hace muy poco, afrontábamos las dificultades de atención social siguiendo aquel dicho: primero dale un pez, y al mismo tiempo enséñale a pescar. Y a la vez procurábamos conseguir un arraigo de los inmigrantes en nuestra sociedad, de tal manera que no se rompiera la convivencia y se consiguiera la cohesión y el ascensor social.
En muy poco tiempo este esquema ha saltado por los aires. Crece el número de personas que viven por debajo del umbral de la pobreza y el paro se incrementa entre personas con una notable cualificación profesional. A la vez hay puestos de trabajo que no se pueden cubrir porque la gente no los quiere hacer. Y en algunos jóvenes se detecta falta de firmeza, exigencia y personalidad para afrontar situaciones difíciles. De manera que el número de personas que se ven obligadas a marchar a trabajar fuera va en aumento. Y en el caso de los jóvenes inmigrantes, esto todavía provoca más desarraigo.
Si antes podíamos ofrecer a los jóvenes una cierta seguridad: “estudia y después encontrarás trabajo aquí”, ahora estamos en una situación permanente de incertidumbre.
¿Cómo lo afrontamos? Ha sido una Conversación muy provechosa, y ha parecido que hay que incidir en:
Primero, resolver los factores básicos: alimentación, vivienda, salud, etc. Y al mismo tiempo incidir en la formación.
Después, inculcar en los jóvenes los valores de la exigencia, fortaleza, espíritu de lucha, generosidad con los demás, afán de colaboración, etc. mediante el apoyo académico, mentoring, relación personal con una persona voluntaria mayor, etc.
Deben dominar bien las nuevas tecnologías de la comunicación y los idiomas, pues cada día más todos los ámbitos de trabajo lo necesitan. Y se debe incrementar el espíritu de emprendedor. De acuerdo con las capacidades de cada uno, procurar orientar hacia los sectores profesionales que ofrecen lugares de trabajo. Además de los conocimientos, deben adquirir competencias que les hagan versátiles.
En esta transmisión de valores que conforman la personalidad de los jóvenes, cada vez es más necesaria la interrelación con la familia. Por tanto es vital que las entidades lo tengan muy en cuenta para involucrarlas en los procesos de formación.