El incremento de la pobreza ha hecho necesario el uso de recursos extraordinarios para solucionar las necesidades básicas: alimentación, especialmente en la infancia y las persones mayores, vivienda, etc.
La generosidad de mucha gente es un factor positivo que facilita un cojín para que la situación no explote. Pero no es suficiente.
Hasta ahora, se decía que la falta de formación era un problema para acceder a los puestos de trabajo, pero ahora nos encontramos a la vez con un incremento del paro y con muchos puestos de trabajo sin cubrir. Observamos que está aumentando el desencaje entre la formación y la inserción laboral. Hay mucha gente bien formada que no encuentra trabajo, y debe marchar a trabajar a otros países: médicos y enfermeras a Inglaterra, sector de la hostelería a Austria, etc.
Nos encontramos en una nueva realidad, que evoluciona muy rápidamente, y ante la cual los parámetros de hace dos años ya no sirven para afrontarla. Hay que profundizar en el conocimiento de los problemas estructurales, para poder dar respuestas eficaces.