En estos momentos, quizás porque estamos en permanente campaña electoral, parece que hay un cierto miedo a hablar de inmigración y plantear soluciones concretas a los problemas que se van presentando, no sea que nos puedan calificar de xenófobos, racistas o vete a saber qué. Esto comportará que deberemos afrontar los problemas cuando estallen y sea más difícil encontrar soluciones.

Por un lado, tenemos una gran necesidad de mano de obra, en todos los sectores, pero en la industria en particular, y necesitamos la inmigración para cubrir estos puestos de trabajo, que los de aquí no quieren realizar. Esto se agrava con el descenso de la natalidad de los autóctonos.

Al mismo tiempo, se produce un rechazo de los autóctonos hacia los inmigrantes, porque tienen la sensación de que todas las ayudas son “para los de fuera”. Es lo que se llama "dificultades de los penúltimos": personas que recibían ayudas sociales han mejorado y al llegar una nueva ola migratoria, las ayudas sociales son para ellos, que están peor. Quienes ya tenían un “status” se sienten desplazados y los consideran unos “intrusos”, y se pueden generar procesos de xenofobia y marginación.

También se produce que en ocasiones las ayudas sociales desincentivan del trabajo, porque se puede vivir de las pirmis y otras ayudas: sin hacer nada, cobras. Ven que aquí están mal, pero en su país están peor, por eso se marchan.

Para afrontar este reto es fundamental la implicación de las administraciones y entidades, a fin de crear lazos que fomenten la cohesión social. Y de esto tenemos una gran y exitosa experiencia, un aspecto que a veces es difícil mostrar en los medios de comunicación, simplemente porque "no es noticia". ¿Por qué no hablamos?

Hay muchos casos reales de que se sale adelante. En la mayoría de los casos, los inmigrantes tienen una gran capacidad de lucha. Cabe destacar la ejemplaridad de un inmigrante que ha salido adelante ante otros con sus mismas circunstancias. Esto se comprueba en la actividad del voluntariado, que muchas veces consigue resultados muy positivos porque se ha establecido una relación afectiva entre el voluntario y el “ayudado”, al igual que en las escuelas el alumnado recién llegado reacciona cuando “engancha” con el profesorado.

La acción del voluntariado es muy gratificante.