Tenemos graves dificultades para facilitar trabajo a quienes están fuera de los circuitos: inmigrantes, drogadictos, marginados, etc. Sin ayudas públicas, las empresas y muchas entidades tratan de regularizar situaciones laborales con precontratos. Pero es un camino muy largo y muy pesado.

Uno de los factores que aportan los inmigrantes al país que les acoge es la diversidad de religiones. Hay muchos enfoques religiosos. En un primer momento la religión actúa como factor de cohesión, facilitando posibilidades de tener encuentros con otras personas, encuentros que en muchos casos no son sólo religiosos, sino sociales y solidarios.

En Cataluña, el primer grupo religioso es el cristiano, y dentro del cristianismo los católicos. Luego los evangélicos, fundamentalmente sudamericanos. El segundo grupo son los musulmanes.

Las tasas de natalidad propician también los flujos migratorios. Actualmente, en Europa, América y Asia la tasa de natalidad está descendiendo, mientras que sube a África. La presión demográfica vendrá por ahí.

La eficacia de regularizar la inmigración en origen facilita a las instituciones (educativas, sanitarias, etc.) prever los cambios.

La última gran regularización fue del gobierno de Aznar. Actualmente existe un porcentaje numeroso de inmigrantes sin regularizar. Ayuntamientos como el de Barcelona automáticamente conceden el empadronamiento, mientras que otras poblaciones de la zona metropolitana lo niegan, incumpliendo las leyes. Sin empadronamiento no se puede tener tarjeta sanitaria ni escolarización de sus hijos. Esto provoca que hay personas empadronadas en Barcelona, pero por falta de vivienda deben vivir en otros municipios que no les dejen empadronar. ¡Una paradoja!