La acción social más destacada es la que podríamos llamar “curativa”: tratar de resolver problemas que se han planteado. Son las situaciones de emergencia, a las que tanto la administración como las entidades de la sociedad responden: alimentación, asistencia sanitaria, terremotos, guerras, etc. Tienen una repercusión mediática importante, lo que genera una mayor ayuda por parte de las personas y un apoyo institucional con subvenciones, etc.

Existe otra acción social más “preventiva”, que busca adelantarse a los problemas para evitar que se produzcan. En este ámbito está, por ejemplo, conseguir el éxito escolar de los recién llegados, facilitar su inserción laboral, promover espacios de convivencia para fomentar la cohesión social, etc. No suelen tener una cobertura mediática tan extensa, y cuesta más conseguir los medios económicos necesarios, puesto que en muchas ocasiones la actividad está desarrollada por voluntariado.

En este tiempo de pandemia, felizmente superado, se han dado situaciones de gran necesidad económica, que han tenido una respuesta muy generosa por parte de la sociedad: ayudas en alimentación, alquileres, etc.

La mayor parte de la inmigración tiene problemas de adaptación: idioma, legalización, vivienda, trabajo, soledad, etc. En muchos casos la ayuda más eficaz es la de la “proximidad”, que hace que uno se sienta acogido y tratado como persona y no se sienta solo. Así se van afrontando las distintas carencias materiales. En esto, es muy destacable el papel del voluntariado de las entidades solidarias, las iglesias, las asociaciones del propio país, etc. Todo contribuye al desarrollo en paz de la convivencia social.