La conversación de hoy se ha caracterizado por el análisis de diversos aspectos de la situación actual y para ofrecer respuestas concretas a las dificultades que se plantean.

Los inmigrantes de primera generación son uno de los grupos humanos de mayor riesgo de enfermedades psicológicas, por tensiones físicas, alimenticias, soledad, etc. Por eso es muy eficaz el acompañamiento personal, tarea que hacen en muchas ocasiones los voluntarios de tantas instituciones y entidades, en cualquier lugar del mundo.

En cuanto a las mujeres solas, muchas veces con hijos menores a su cargo y en riesgo de exclusión social, constatamos una generalizada falta de recursos públicos para atenderlas. Afortunadamente, hay una red de entidades que emplean recursos materiales y afecto, que las empoderando y consiguen que salgan adelante.

La alimentación de estas personas en riesgo de exclusión social es otro factor a considerar. El problema no está en la recogida de alimentos, sino en su distribución. Cada vez se van consolidando varios modelos para facilitarles, sin que se sientan "diferentes", humillados, ni pierdan la libertad de poder elegir. Desde supermercados "especiales" de algunas entidades, hasta tickets con convenio con tiendas y mercados donde pueden elegir los alimentos que más les convengan, teniendo en cuenta que la oferta incluya carne, pescado, frutas y verduras. Además, de esta manera van aprendiendo modelos de una dieta equilibrada.

Seguimos buscando caminos para romper el círculo vicioso de la incorporación de los inmigrantes en nuestra sociedad: como pasar de no tener papeles, ni permisos, sin posibilidad de contrato de trabajo, etc., a una situación normalizada. Destacan las instituciones que ayudan, y también la responsabilidad de empresas que ayudan a resolver los trámites. Lo que no se debe hacer es tener trabajadores de manera ilegal.