Casi toda la conversación de hoy ha estado relacionada con las experiencias de voluntariado de los asistentes.
La persona que quiere hacer voluntariado necesita una preparación, tanto en conocimientos específicos según la dedicación, como en capacidades personales para acoger y ayudar a otras personas, en nuestro caso con carencias materiales y afectivas.
Uno de los factores fundamentales que debe tener la persona voluntaria es la capacidad de acompañamiento emocional. Muchas veces, lo que comienza como un voluntariado temporal -por unos meses- se va convirtiendo en una amistad que perdura durante muchos años, e incluso para toda la vida.
Este voluntario se va convirtiendo en un referente para la persona ayudada, por lo que se van creando vínculos afectivos y se contribuye decididamente a la estabilización de la persona ayudada. De esta manera los jóvenes van alcanzando una emancipación plena.
Asimismo, el voluntariado es una tarea muy gratificante, mucho más de lo que nos habíamos imaginado al principio. De hecho, vemos que es más lo que se recibe que lo que se da.
Cuando en una entidad se consigue que se impliquen como voluntarios personas que habían sido atendidas en los programas de la entidad, se da un paso adelante de gigante, porque se constata que lo que se ha ido transmitiendo es la generosidad, base indispensable para conseguir una sociedad cohesionada.