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Celebración de Navidad de los voluntarios

Como cada año, hacemos una cena que, además, es ocasión de conocimiento entre los que no coincidimos habitualmente, tanto en el polideportivo como en las aulas y talleres que tienen su actividad en las instalaciones  de Braval.

Al final Pep Masabeu nos dirigió unas palabras, en esta ocasión especialmente sentidas, que son estas:
 
Brindis de la Cena de Navidad de Voluntarios. 16.12.2015
 
Acabamos de sufrir otra explosión de yihadismo, esta vez en París. Todos los analistas coinciden en que es consecuencia de una cadena de hechos que han llevado a muchos jóvenes -inmigrantes de origen musulmán, pero también segundas y terceras generaciones, e incluso jóvenes que se han convertido a un islam radical- a la exclusión social, porque no tienen futuro. Pienso que ahí radica el núcleo del problema.
 
Ante esta situación es fundamental consolidar el ascensor social, que realmente se den oportunidades para prosperar en la sociedad. Para ello hay que seguir aquel antiguo proverbio: primero, dale un pez, y al mismo tiempo, enséñale a pescar. La educación es la herramienta fundamental para vencer la pobreza y la marginación.
 
En Braval, como sabéis, tratamos de ayudar a niños y jóvenes de 30 países mediante el apoyo socioeducativo, con equipos de fútbol y baloncesto multiétnico, el refuerzo escolar y un conjunto de actividades que les van arraigando en nuestra sociedad y facilita el ascensor social. El factor clave es la relación personal de un voluntario con cada uno de los chicos. Una relación de amistad con un voluntario al que ama y toma como referente. Esto es lo básico, lo que no puede faltar, es la herramienta imprescindible para la resolución real de los problemas. Y así lo hacen todas las entidades que ayudan.
 
Ahora que acabamos de empezar el Año de la Misericordia convocado por el papa Francisco, podemos verlo -además- desde otra perspectiva: todo esto que estamos haciendo es una forma concreta de vivir las obras de misericordia.
 
En Braval nos encontramos participantes y voluntarios de 9 religiones: católicos, evangelistas, adventistas, ortodoxos, musulmanes, budistas, hindúes, testigos de Jehová, judíos y personas sin religión. Todos con el mismo objetivo: ayudar a los demás, acompañarlos, echarles una mano para salir adelante; en el fondo, amarlos. Y eso pasa por las obras de misericordia corporales: dar comida, vestido, acoger a los inmigrantes, asistir a los enfermos; y también por las obras de misericordia espirituales: enseñar al que no sabe, dar consejo, corregir y consolar. ¡Más de 15.000 horas al año de dedicación del voluntariado!
 
Primero le ayudas, después le acompañas, después lo amas, lo incluyes en tu vida; al final tú le das esperanza a él, y él te da esperanza ti. Es la satisfacción que encuentras cuando ayudas, porque hemos llegado al núcleo del amor: recibes el amor de Dios a través de aquel a quien ayudas.
 
Venceremos la pobreza con la educación. Si añadimos la misericordia, estamos construyendo la paz.
 
¡Feliz Navidad!
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