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Niveles de pobreza alarmantes

Cohesión social
La Vanguardia. Editorial
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Pobreza

El informe presentado por Caritas sobre el aumento de la pobreza en España y sobre la brecha creciente entre ricos y pobres resulta tan escalofriante como lógico en sus revelaciones, tras cuatro años de intensa crisis que han situado el paro por encima los cinco millones de personas, el 23% de la población activa.

Caritas advierte que hoy la pobreza en España es más extensa, más intensa y más crónica que nunca. Uno de cada cinco hogares españoles ya vive por debajo del umbral de la pobreza y la cuarta parte se encuentra en situación de riesgo. El incremento constante de la desigualdad y la brecha salarial entre ricos y pobres, que se ensanchó drásticamente al principio de la crisis, amenaza con seguir aumentando, lo que provocará la polarización de la sociedad -señala Caritas-, con todas las tensiones sociales que ello conlleva. España ya es uno de los países europeos con mayor tasa de pobreza, junto con Rumania y Letonia.

Parece, a la vista de estos datos, que hayamos vuelto al pasado y que los años de progreso que se han vivido hayan sido un sueño. Pero España aún es un país moderno, dinámico y que históricamente ha demostrado su capacidad para superar las dificultades.

El dramático liderazgo en cuanto a pobreza obliga -inmediatamente- a intensificar el esfuerzo de la sociedad española en dos frentes: la activación de mecanismos eficaces de creación de riqueza y más solidaridad pública y privada con los más débiles. Pero hay que revisar los esquemas que se han seguido hasta ahora para que el incesante aumento de la pobreza en estos años demuestra que no se han hecho las cosas bien.

El recorte de la ayuda y de la inversión social a favor de los más afectados por la crisis, exigida por la necesidad de controlar el déficit público, puede tener consecuencias indeseables en la sociedad española que, a la larga, salgan mucho más caras. Esta es una reflexión que deberían hacer las autoridades. Pero también es evidente que la ayuda privada ha de crecer y que los ciudadanos, que siempre han dado ejemplo de una gran solidaridad, incrementarán ahora los esfuerzos en este sentido.

No se trata de institucionalizar la dependencia ni la caridad como un sistema de vida. Esto sólo debe considerarse como una solución de emergencia. Lo que es fundamental, por encima de todo, es restablecer las bases para la creación de riqueza y de empleo mediante una política económica adecuada e imaginativa. Porque los esfuerzos hechos hasta ahora se revelan claramente insuficientes.

La Vanguardia. Editorial. 23 febrer 2012

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