El conocimiento directo de los problemas y situaciones con dificultades, como la inmigración, los refugiados o la exclusión social, ayuda de una manera muy importante a poder contribuir a su mejora y resolución. Esto es aplicable a todos los campos porque, al fin y al cabo, nos encontramos con situaciones de personas concretas, con circunstancias concretas, que esperan y tienen derecho a ser tratadas como personas, no como números de un conjunto.

 

En este sentido encontramos surrealista el desencaje producido por la avalancha de refugiados que huyen del yihadismo que están llegando a Europa, el número destacado de los que se ha comprometido a acoger España, la llegada "a bombo y platillo" de los 12 primeros refugiados y la realidad tangible de unos cuantos miles que ya han llegado "por sus propios medios" y que no entran en los circuitos de atención establecidos porque les ofrecen acogida en varias ciudades, provocando la disgregación familiar.

 

Ayuda mucho el hecho de que el voluntariado haya vivido de primera mano algunas situaciones deficitarias y conozca directamente personas de otros países, culturas y situaciones sociales, porque con mucha rapidez se rompen los estereotipos y vemos que todos somos personas, cada uno con sus virtudes y sus defectos. Cuando este conocimiento directo se da, es mucho más fácil conseguir resultados positivos y satisfactorios de inclusión y cohesión social.

 

Por eso nos parece importante que los profesionales de cualquier sector profesional conozcan directamente a las personas a las que pueden ayudar, porque se crea un vínculo afectivo, un "feeling" que favorece entrar "mentalmente" en su situación y ayudarles con más eficacia, al tiempo que uno aprende de los demás cosas que nunca hubiera imaginado.