Durante este verano ha estallado la crisis de los refugiados, que de alguna manera reproducen las problemáticas que ya hemos conocido derivadas de los procesos de adaptación de los inmigrantes. Volvemos a estar con muchas personas en riesgo de exclusión social, y tenemos que seguir atendiéndolas.

 

Pero en el caso de los refugiados se pone de manifiesto que el nivel de formación que tienen es muy superior al que estábamos acostumbrados. Muchas personas tienen estudios, disfrutaban de un trabajo y estabilidad económica, y lo han dejado todo por la guerra y la persecución política.

 

No deja de sorprender la rapidez con la que Alemania da acogida a estas personas, al considerar que los necesitará para mantener su mercado laboral. También hay que decir que en nuestro país habrá que adoptar una política similar, ya que necesitaremos estas personas para compensar la baja natalidad y poder mantener el estado de bienestar.

 

Por otra parte el sector inmobiliario se está reactivando, muchas veces por grupos inversores extranjeros, pero por las actitudes que mantienen corremos el peligro de volver a caer en la "burbuja". Parece como si nos hubiéramos olvidado del bache que hemos pasado.