Hablamos ampliamente sobre los motivos que pueden haber influido en este estallido de yihadismo que estamos sufriendo.

 

Vemos que es difícil determinarlos, pero parece que puede ser una mezcla de varios ingredientes: la pobreza, el fracaso de la integración y comprobar la propia exclusión social. A las personas en esta situación no les es muy difícil dar el salto de la marginación al radicalismo.

 

Por otra parte, se constata que los guetos de nuestra inmigración magrebí parecen terreno abonado para los yihadistas. En este sentido se ve muy conveniente hacer un seguimiento cuidadoso de los mensajes que predican los imanes.

 

A medida que se consolidan en nuestra sociedad unas bolsas de marginalidad económica, se consolida paralelamente un resentimiento social que no tiene más posibilidad de desahogarse de otro modo que no sea abrazando la causa más opuesta a los valores y las costumbres dominantes.

 

Nos parece que este razonamiento mental se produce tanto en jóvenes de familias inmigradas como en jóvenes de familias autóctonas, porque el problema no es la inmigración, el problema es el paro y la falta de futuro.

 

Afortunadamente -en el Raval y en muchos otros lugares- tenemos una gran red social que facilita la cohesión social.