En estos momentos seguimos preguntándonos: ¿qué es integrar a una persona? Porque en la vida diaria todavía se funciona con equívocos, como, por ejemplo, cuando a chicos nacidos aquí, con la piel de otro color u otra fisonomía, les preguntamos: ¿de qué país eres? Y te contestan: de aquí. Entonces le preguntamos por el origen de sus padres, sin aceptar simplemente que ellos son catalanes, ciudadanos de nuestro país.

Hay que profundizar en las dinámicas de la integración, y valorar mucho el papel de los referentes de los jóvenes inmigrantes, porque de vez en cuanto afloran situaciones, como la del imán de Ripoll, que nos hacen replantear muchas cosas. Aquellos chicos eran considerados "integrados": iban a la escuela, jugaban al fútbol, se relacionaban con los de su edad. Y, sin embargo, fueron influidos muy negativamente.

En ocasiones, las empresas tienen problemas para encontrar trabajadores, porque los de aquí no quieren hacer ciertos trabajos, y hay que ir a buscar a los trabajadores en los países de origen, como han hecho con buena experiencia en Guissona. Al mismo tiempo, algunos colectivos de otros países, como los paquistaníes, son muy trabajadores y se van introduciendo en varios sectores: comercio minorista, taxis, etc.

La asistencia institucional cubre las necesidades materiales, pero no llega a cubrir las necesidades más personales y afectivas, como el acompañamiento para superar la soledad, que en el caso de los inmigrantes se agrava porque no tienen raíces en nuestra sociedad ni apoyo familiar. Este aspecto lo cubren muy bien las personas que colaboran en asociaciones de ayuda, y facilitan la proximidad.