Como los otros años, un día espléndido de sol y temperatura nos permitió disfrutar de la salida programada, con un horario similar al de los años anteriores.
Tras Misa de once, desde las "canchas" nos encaminamos a la estación de los ferrocarriles de Sarriá, bajando en la del "Baixador de Vallvidrera".
A la entada de la ermita de Santa María de Vallvidrera nos esperaba Jordi, que había hecho la gestión de pedir la llave para acceder al recinto.
A los pies de la Virgen rezamos el Rosario y encomendamos a todas las familias de Braval. Los pequeños, ¡como no!, no perdieron la ocasión de hacer sonar la campana y subir al campanario.
Como novedad, descubrimos que habían instalado mesas y bancos de pic-nic dentro del mismo recinto. Los otros años había que encontrar mesas vacías en el pic-nic que está debajo del pantano, y que está muy concurrido.
Después hicimos un paseo por los alrededores del pantano: presa, mirador sobre el agua, paso sobre la misma presa, patos y tortugas. Este año hemos echado de menos al jabalí y sus crías; el hombre con el "loro" también estaba.
Volvimos al recinto de la ermita, donde estrenamos las mesas nuevas. La sombra de los árboles, y la tranquilidad del lugar hicieron que el almuerzo y la tertulia familiar fueran especialmente agradables. Los más jóvenes disfrutaron de los juegos de magia de Lluís y Pep, que son verdaderos expertos.
Y como el año pasado, volvimos a Barcelona subiendo al funicular de Vallvidera por un camino diferente y muy bonito, aunque un poco más largo. Como el día era espléndido y el aire estaba muy limpio, las vistas de Barcelona,desde el mirador del Funicular, eran maravillosas.